El efecto invernadero
¿Conoces el efecto invernadero y su importancia en relación con la vida en la Tierra? ¿Sabrías explicar qué factores provocan el aumento del efecto invernadero y sus consecuencias?
¿Qué es el efecto invernadero?
Se denomina efecto invernadero al fenómeno por el cual determinados gases, que son componentes de una atmósfera planetaria, retienen parte de la energía que el suelo emite por haber sido calentado por la radiación solar. Afecta a todos los cuerpos planetarios dotados de atmósfera.
Efecto invernadero natural
El efecto invernadero es el aumento de temperatura que experimenta la Tierra gracias a ciertos gases de la atmósfera, vapor de H2O, CO2, O3 y CH4. Radiaciones de alta energía y onda corta procedentes del sol atraviesan fácilmente la atmósfera terrestre. Una vez alcanzan la superficie se transforman en radiación de onda larga infrarroja (IR), o energía calorífica. Los gases invernadero previenen la salida de la radiación calorífica reflejada. Sin este efecto natural la temperatura media de la Tierra sería de – 18ºC, en lugar de los + 15ºC que tenemos actualmente.
Aumento del efecto invernadero
De acuerdo con el actual consenso científico, el efecto invernadero se está viendo acentuado en la Tierra por la emisión de ciertos gases, como el dióxido de carbono y el metano, debida a la actividad económica humana.
La Tierra, como todo cuerpo caliente, emite radiación, pero al ser su temperatura mucho menor que la solar, emite radiación infrarroja de una longitud de onda mucho más larga que la que recibe. Sin embargo, no toda esta radiación vuelve al espacio, ya que los gases de efecto invernadero absorben la mayor parte.
Los gases de efecto invernadero absorben longitudes de onda larga de la radiación calorífica. El CO2, contribuye en un 62% al calentamiento global, por lo que se considera el gas invernadero más importante.
Sin embargo, también se ha observado un gran aumento en las concentraciones de otros gases invernadero como el metano (CH4), óxido nitroso(N2O), clorofluorocarbonados (CFCs), y ozono (O3). Estos por un lado son de larga duración en la atmósfera y absorben fuertemente la radiación calorífica, por lo que su contribución al calentamiento global es elevada a pesar de sus pequeñas concentraciones en comparación con el CO2.
La atmósfera transfiere la energía recibida hacia el espacio, un 37%. El resto, un 63% se transfiere hacia la superficie de la Tierra. De este modo, el equilibrio térmico se produce a una temperatura superior a la que se obtendría sin este efecto. La importancia de los efectos de absorción y emisión de radiación en la atmósfera son fundamentales para el desarrollo de la vida tal y como se conoce.
En nuestro Sistema solar podemos observar como Mercurio, el planeta más cercano al Sol, que carece de atmósfera tiene una temperatura media de 167°C mientras el siguiente, Venus con una densa atmósfera formada por CO2 alcanza una temperatura media de 457°C, poniendo de relieve la importancia del efecto invernadero.
Concentración de CO2 en aumento
Cuando las cantidades de gases invernadero en la atmósfera aumentan, se calienta. En el poco tiempo transcurrido desde la industrialización se han liberado grandes cantidades de dióxido de carbono procedentes de la combustión del carbón, petróleo y gas. Hoy, el contenido en CO2 de la atmósfera es mayor de lo que ha sido en los últimos 420,000 años. El calentamiento adicional se dice que es un calentamiento antropogénico.
Desde la revolución industrial los niveles de dióxido de carbono y otros gases invernadero han continuado aumentando en la atmósfera. La concentración de dióxido de carbono atmosférico ha aumentado un 31% desde 1750. Los indicadores atmosféricos muestran que la concentración de dióxido de carbono en la parte baja de la atmósfera están en el nivel más alto de los últimos 500.000 años. A finales del s. XIX comenzó la era de la industrialización: desarrollo de máquinas, coches y más tarde llegaron los aeroplanos. Este desarrollo fue acompañado de la quema de cada vez mayores cantidades de petróleo, gasolina y carbón para abastecer de combustible a las máquinas.
Unas tres cuartas partes de las emisiones antropogénicas de CO2 a la atmósfera en los últimos 20 años se deben a la quema de combustibles fósiles. El resto se debe fundamentalmente a la deforestación (las plantas retiran CO2 de la atmósfera en su crecimiento y lo mantienen hasta su quema o descomposición). La tala de bosques para criar cada vez más ganado y cultivar arroz también contribuyó a aumentar las emisiones de gases invernadero.
Modulando el calentamiento global, está el efecto del albedo, bosques, praderas, océanos, casquetes de hielo, desiertos y ciudades absorben, reflejan y emiten radiación de forma distinta. Cuando la luz del sol llega a la superficie blanca de un glaciar, la refleja de nuevo al espacio, dando como resultado un calentamiento mínimo de la superficie y la parte baja de la atmósfera. Por el contrario, si la luz incide sobre el suelo oscuro de un desierto es absorbida, contribuyendo a un importante calentamiento de la superficie y la atmósfera.
La nubosidad también afecta al calentamiento de dos maneras, impidiendo que la radiación solar llegue a la superficie terrestre y también reduciendo la cantidad de radiación que se emite de nuevo al espacio. El tipo de bucle predominante dependerá de la altura a la que se encuentre la nube; si la altura es baja, aumentará el albedo y, si es alta, el efecto invernadero.

Los gases invernadero existen de forma natural y son imprescindibles para la vida en la Tierra. Pero sus cantidades en aumento están elevando la temperatura de la Tierra a unos niveles que están alterando el clima, y con él el equilibrio de todo el sistema natural.
La media de temperaturas de la superficie terrestre ha aumentado en 0,6ºC desde finales del s.XIX.
Esto puede no parecer mucho, pero en este corto espacio de tiempo en el que está sucediendo es muy difícil que los ecosistemas puedan adaptarse a las nuevas circunstancias. Más aún, estamos hablando de un aumento en la temperatura media de todo el mundo, los aumentos locales pueden ser mucho mayores. Por ejemplo, Europa se ha calentado más que el resto del mundo y se sospecha que será más cálida que otras partes del mundo en los años venideros.
Los científicos predicen que en el peor de los casos la temperatura media puede aumentar hasta 5,8ºC en unos 100 años.
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